martes, 7 de diciembre de 2010

Milanesas con tuco

El señor Trompadepaloma se deleita en comer milanesas. Las come con aplomo pero también con fruición. Se las ingenia para tenerlas en su dieta varias veces por semana. Frecuentemente la ansiedad le crece cuando se acerca la hora de comer porque quiere saber si en esa ocasión habrá milanesas.
Sólo hay otra ingesta que puede competir en su predilección. Y no es un plato sino una salsa: el tuco.
Un día se le ocurrió al señor Trompadepaloma que nada sería tan delicioso como combinarlas. Se reprochó haber tardado años en dar con la idea. Se propuso realizarla él mismo, para asegurarse de cumplir con las disposiciones de su gusto.
Ya al contemplar el plato se dio cuenta de que algo andaba mal. Aun olfateándolo no logró encontrar algo en él que lo atrajese. Tal vez probándolo…
Tampoco. Desalentado, pero conteniendo su desesperanza fue y le pidió a quien solía cocinarle, que le preparara esa comida. Pidió también que, en vez de fritas, las milanesas fuesen al horno. La degustación fue un fracaso. Siguió sin provocarle el mínimo agrado.
Después del asco y la sorpresa, el señor Trompadepaloma quedó impávido. Se sumergió en pensamientos confusos y se autocompadecía por la feroz experiencia que estaba atravesando.

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